Presentación

RELIGIÓN Y SOCIEDAD
CIENCIAS SOCIALES Y CIENCIAS TEOLÓGICAS

Principios científicos y teológicos para hablar de religión:

  1. Fe y ciencia– Estoy convencido de que no hay contradicción entre una fe críticamente fundamentada –sin interferencias ideológicas-, y una proposición científica y objetiva –sin interferencias ideológicas-. El positivismo evolucionista de Augusto Comte, suponía que a lo largo de la historia, se fueron sucedieron tres estadios, siendo el “mágico-religioso”, una cosmovisión primitiva, anterior a los subsecuentes estadios “filosófico” y “científico”. Consideraba la religión como un “estadio ficticio”, “producto del miedo y la ignorancia” (para Freud, “la infancia de la humanidad”). Ahora, antropólogos como Bronislaw Malinowski, ratificado por sus observaciones de campo entre los Trobriand, comprobaron que “magia, religión y ciencia”, más que sucesiones evolutivas, siempre han coexistido, aunque cumpliendo funciones distintas (construyen su canoa según las leyes de la náutica; pero ésta no sale al mar sin que vaya el chamán para “bendecirla”).
    En mi caso particular, ambas epistemes se apoyan mutuamente: mi visión como científico me ayuda a la comprensión bíblica y a entender mejor la actuación de la Iglesia en determinadas coyunturas histórico-políticas. Mi visión como creyente me ha permito impulsar el desarrollo de las ciencias sociales mismas (CS). Basten un par de ejemplos:
    1. El artículo 3° constitucional –recientemente modificado-  propone la rectoría del Estado en la educación pública, como “obligatoria, universal, inclusiva, gratuita y laica”. Se interpretaba que la prohibición de “hablar de religión en las instituciones públicas de educación”, alcanzaba también a las CS del medio universitario. Con esto, algunas monografías de pueblos indígenas quedaban “falseadas” (Popper), al invisibilizar, por ejemplo, la acertada actuación del arzobispo indigenista de Oaxaca, D. Bartolomé Carrasco.  México se encontraba así retrasado respecto a otros países de Latinoamérica. Ante esto, me tocó abrir el tema religioso a la investigación social (desde la emblemática Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca) con la capacidad organizativa del Dr. Elio Masferrer, desde la ENAH, lo cual desencadenó un boom de congresos, organizaciones, tesis, centros de investigación, publicaciones, etc.
    2. Durante los debates previos a la propuesta de la “Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público”, de Carlos Salinas (15 de julio de 1992), en el medio académico se conocía muy poco lo que realmente se discutía. Ante esto, eché a andar un grupo de trabajo –“Iglesia, Estado y Grupos Laicos”-, financiado por el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (COMECSO), que también dio pie a varios congresos y artículos.
  2. Perspectiva epistemológica adecuada. Se dice que “la vista de un punto cualquiera, es siempre un punto de vista”. A un científico, la primera condición que se le pide es la “objetividad”: que no se deje llevar por prejuicios o “racionalizaciones” subconcientes, sino que vigile que sus percepciones se guíen por la fría razón. Pero “objetividad” no significa “neutralidad”. Todo científico social está “situado”, ya que él mismo forma parte del “objeto” de su estudio: la sociedad, la cual se haya dividida en sectores y clases sociales, de las que -conciente o inconcientemente- todos formamos parte. Por tanto, percibimos la realidad desde una ideología (aquella afirmación de que “no se tiene ideología”, es la peor ideología).
Jesús aconsejaba, al ser invitados a un banquete de bodas, no sentarse en los primeros lugares, para evitar que el encargado del protocolo pida dejar el lugar y ya para entonces sólo están libres los últimos lugares (Lc 14, 1; 7-11).

Como ejemplo, recordamos el suceso de las “bodas de Caná”: el milagro de la conversión de agua en vino sólo fue percibida por los criados y por los comensales de los últimos lugares (no lo notó ni siguiera el padrino, y amonestó al novio por su inexperiencia de dejar el mejor vino para el final (Jn 2, 1-11).

    También en el “banquete” de la sociedad, son los “pobres” (los vulnerables, los marginados), quienes tienen la visión del conjunto, pues las clases privilegiadas tienden a deformar la realidad para mantener sus privilegios; pero son los explotados y discriminados quienes tienen la exigencia de comprender lo mejor posible la realidad en su conjunto, pues de lo que tratan es de transformarla (Lukacs). En el presente caso, es desde la “opción por los pobres”, asumida por la Iglesia latinoamericana desde Medellín, desde donde sitúo mi paradigma: “por el bien de todos, primero los pobres”.

     En el ocaso de mi vida, construyo esta Página en la que compilo algunos aportes científicos y teológicos, a guisa de legado, para aquellos cristianos que se siente incómodos ante lenguajes y actuaciones de sectores eclesiales tradicionales, así como para estimular a mis colegas investigadores y académicos a dar importancia al tema. Dejo su custodia a dos instituciones muy estimadas -mi congregación religiosa, los Misioneros Claretianos (CMF), y el Instituto de Formación Filosófica Intercongregacional de México (IFFIM)- agradeciendo su aceptación, y de modo especial, a mi amigo Francisco Tapia Vázquez, por ofrecerme su experiencia técnica y por los ánimos con que siempre me ha alentado.